Dejé encadenada la risa al cubierto
de la certeza pactada,
de la palabra ajustada al miedo,
de la verdad bajo lengua negada.
Amagué la cordura en ensueño,
advenedizo arrullo hecho himno
tatuado en jirones al pecho,
sepultando en silencio latidos.
Confié a tu mirada la fe,
la creencia,
la piel,
lo desdicho.
Retorné a la esperanza el creer
de lo que fue,
pudo ser
y ahora es nicho.



